La insoportable arrogancia del ser
Tiene el ser por serlo la necesidad de presentarse, estar, pesar, o dar calor, o desviar la luz, o hacer ruido, hasta la materia oscura nos reclama, hasta los seres imaginados son, hasta mi yo que no soy yo es, aunque sea humo de pensamiento. El ser empuja, atropella, se impone, separa, hace diferencias, reclama, posee.
Hay en el ser arrogancia de ser, y seguir siendo y haber sido. Y lo vivo es y quiere ser y seguir siendo hasta el delirio, insoportablemente, a toda costa. La culminación del ser.
Qué diferencia con la blandura de lo que no es, nunca fue, nunca será. Innumerable infinito, anónimo, fugitivo, huidizo, olvidado, lo más leve, lo más sutil, lo inimaginable, porque lo que imaginas lo haces ser. Fuera del espacio y del tiempo, eternamente solo suyo. Universo desconocido repleto de lo que no es nada, de lo que no tiene, ni quiere, ni reclama nada.
Y creo haberlo encontrado en la posibilidad misma de que lo que es sea, en la fuente de lo que es, en su raíz. Le debemos todo a lo que es nada.
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