Inspiración, expiración y un sueño
Inspiración y espiración, aliento como sinónimo de vida, del mismo ser. Para un aprendiz del yoga la respiración es una amiga, un ancla al presente, siempre presente mientras tengamos vida. Tan consciente como inconsciente. Este aprendiz del camino también se ancla en el ser con el latido del corazón, normalmente del propio, también el ajeno, recuerdo del latido del corazón de la madre, antes y después de nacer.
También soy amigo de la respiración ajena. Sé que hace milenios que los humanos han aprendido a sacar sonidos del aliento, modulando el aire obligándolo a seguir caminos tortuosos, vibrantes y difíciles como domadores de circo. Pero prefiero su respiración libre, su pleno ser amigo del silencio. Cuando abrazo estoy atento a esos arrullos del corazón y del aire. Me dicen todo lo que necesito.
Espirar el último aliento es expirar, morir. Morirse en un increíble reflexivo gramatical, es fascinante que uno se muera a sí mismo. Es homéricamente trágico que seamos ajenos a los dos sucesos más grandes de nuestra vida, el nacimiento y la muerte. Una increíble amnesia infantil nos priva de nuestro nacimiento. ¿Por qué? Ningún psicólogo evolutivo me ha resuelto esto.
No puedo decir todavía qué pasa en la muerte, gente ingeniosa dice que necesariamente nunca viviremos nuestra muerte porque cuando ella está no estamos nosotros. Tal reflexión nunca me ha parecido más interesante que un acertijo de suplemento dominical. Mucho más acertados me parecen grandes gurús cuando dicen que también en vida lo mejor nos ocurre cuando no estamos nosotros. Por ello confío en disfrutar del morirme cuando llegue el momento, tanto si es inesperado y súbito, como esperado y lento. Anhelo ver esa última película de mi vida en la que ya he prometido papeles relevantes.
Una de estas noches tuve lo que parecía un pequeño adelanto de la muerte, un simulacro, un anuncio, un ensayo. Tan emocionante que ha cambiado por completo mi relación con la noche. Esas horas de inconsciencia inevitable, repetitiva y frecuente, siempre me habían parecido una gran molestia y pérdida de tiempo. No entendía qué tuviera que ver el descanso con la inconsciencia. Pero me acabo de dar cuenta de que son un gran teatro. En lo diurno me gobierna un aburrido yo. En lo nocturno empieza la fiesta, la creatividad, la locura de vivir lo que no puedo vivir despierto.
Soñé que algo indefinido pero con todo el poder me mandaba morirme de inmediato, urgente. Ya. No había ningún contexto, estaba solo en ninguna parte, nada a mi alrededor. No había procedimiento para morirse otro que el mismo morir, el fin de la vida, sin otra causa, y naturalmente sin que hubiera después nada más que lo que manda la biología. Lo primero fue el susto y el miedo, ¿Ya? ¿No nos lo podemos jugar aunque sea al ajedrez? Al poco la aceptación nacida de saberse materia. Y luego lo que lo ha hecho memorable. Un despedirse multitudinario de mis células entre ellas. Se despedían satisfechas de un trabajo bien hecho hasta el final, intercambiando felicitaciones mutuas, como se disuelve un equipo formado para una tarea específica una vez acabada la tarea, un feliz compañerismo. Una última cena de trabajo. Había pena, pero había más satisfacción.
Me reconozco en lo soñado, lo primero en el no tener otro yo que el mero cuerpo y sus necesidades. También haber leído hace poco que somos un conjunto de células que se han organizado bajo la idea de que les va a ir mejor en la vida colaborando que cada una por su cuenta, especializándose en las tareas en la que se ha especializado cada una de mutuo acuerdo, como nos ocurre a los humanos en la malditita inevitable sociedad.
He añadido después algo de pena a esa disolución mortal de la sociedad celular a propósito del siguiente argumento. Como objetos biológicos parece que sólo tenemos dos razones de ser: pervivir y reproducirnos. Y diría que realmente es una sola razón de ser, porque si se pervive será para reproducirse. Este objeto del ser ni siquiera es inconsciente, es mucho más fundamental, ni siquiera es nuestro, es un plan de la naturaleza que es la que piensa y nosotros simplemente estamos para cumplirlo. Como decía alguien, la gallina es el medio que tiene un huevo de convertirse en un huevo mejor.
Si te parezco demasiado extremista o cínico puedes consultar con cualquier ser vivo que normalmente será de natural sincero. A mi me ha convencido mi vecina poni que vive en un campo cercano. En todos los años que nos conocemos, salvo comer y reproducirse no la he visto hacer otra cosa que no tenga que ver directamente con lo uno o lo otro. Me ha inspirado siempre mucho, ¿se sentirá sola?¿se arrepentirá de algo?¿esperará algo o tendrá miedo del futuro?¿echará de menos a sus hijos/padres/“amigos”? Si ella no por qué yo sí.
Quizás los primates somos un poco más intrincados, porque la pervivencia y la reproducción vienen mediadas por un intangible, el estatus, más que en otras especies, o de una forma mas enrevesada, los primates tenemos política y es justo que Maquiavelo tenga la gloria de haber entrado en el diccionario. No solo nos puede el estatus en el sentido más desacreditado de rango, sino en el más cercano de prestigio, reputación, crédito, o dignidad [hoy mismo me he sentido muy mal porque alguien pudiera atribuirme ser el causante de un suceso desagradable cuando no lo he sido, pero la mera apariencia o atribución injustificada e imborrable me ha desasosegado]. Pero en el fondo es lo mismo, al margen de pervivir y reproducirse, para ponis y primates vivir es un llenar el resto del tiempo que, o es para ganar reputación primate, por ejemplo ganando una culturilla, o es el mero llenar el tiempo, que igual de dignamente se pasa sin llenarlo que diría mi vecina poni. O incluso más dignamente si me pongo zen. No obstante, si se mira bien, para muchos simplemente el pervivir y sobre todo reproducirse da para llenar muchas vidas. No es mi caso, incluso comer me parece un castigo, pero prefiero dejar el argumento para otro momento.
El pervivir lo hemos conseguido bien mi equipo de células, si tuviera algo que decir en el tema daría que el objetivo ya se ha cumplido. He fallado en reproducirme, algo a lo que me comprometí que no haría ya a muy temprana edad. Sólo cuando murió mi madre, ya después de haber muerto mi padre, lo que hizo que las dos muertes se reafirmaran una a la otra, me sentí culpable de no continuar la cadena con la que ella me trajo al mundo.
Yo he sido porque ellos lo entendieron bien, y yo he cortado esa cadena. Pero es que no puedo.
Brindo por tus células arrejuntadas que son capaces de traernos estas palabras
ResponderEliminar