Vestirse


Tengo un recuerdo infantil, tanto da que sea cierto, referido o directamente inventado. El recuerdo es que estoy de pie en una silla de la cocina mientras mi madre me viste. A la vez yo estoy cantando, felicidad pura [1]. 

Crecí y me tuve que vestir solo. También dejé de cantar. Tampoco volví a ser tan feliz, pero no sé si todas estas cosas están relacionadas. Quizás hubiera perdido del todo este recuerdo de no ser por la maravillosa serie de televisión británica Downton Abbey [2], donde lord Grantham no puede vestirse solo,  algo con lo que me solidarizo desde mi querido y tierno recuerdo infantil, aunque mi lord no canta cuando le visten.  

Hoy me he sentido todo un lord Grantham. Aunque me he vestido solo, como siempre, ha sido como si no fuera yo el que me vistiera, ¿o debería decir el que se vistiera? [3]. Era consciente de todo lo que ocurría pero no era yo el que lo hacía, no era el hacedor, con perdón por la expresión. Se hacía por sí mismo. Yo simplemente presenciaba, o mejor dicho, era presencia y así evitamos mentar un sujeto que no había.   

Ha sido una sensación maravillosa, puro encantamiento, delicia encontrar lo más mísitico en lo más cotidiano, aunque al final no me cepillara los hombros, como tan bien hace Mr Bates con mi lord. 

[1] Por entonces ni siquiera me importaba llevar pantalón corto, aunque seguro no pasaría mucho tiempo antes de que deseara llegar a la edad necesaria para tener la capacidad de llevar pantalón largo. Me prometí entonces jamás ponerme bermudas, aunque me parece que por entonces todavía no se habían inventado, o no había llegado a Zaragoza. Creo que era en esa misma época cuando, frustrado porque en el vaso del desayuno no me cabían todas las galletas que me parecían necesarias, volcaba el líquido en un plato, aumentado la capacidad. O eso me parecía.  

[2] Fantástica lady Granthan preguntando ¿qué es un “fin de semana”? 

[3] Los verbos reflexivos siempre me parecen una puerta abierta al misterio. ¿Morirse? Cuando me muera ¿yo seré el sujeto de la acción “morir”? Esto merece otra entrada del blog, aunque la tenga que terminar post mortem





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