Colorido y dulce

Las metáforas eléctricas de la mente-cerebro son sugerentes e inquietantes. Cada humano un cableado distinto, único, cambiante, personal. Cada sensación, cada pensamiento, una corriente distinta, siguiendo su propio circuito, en parte nuevo, en parte antiguo. Cada corriente cambia mínimamente el circuito, según su propias forma de cablearse. Delicioso que a la corriente eléctrica se la llame luz, así nuestra mente está llena de luz.   

Me paro a presenciar mis sensaciones y pensamientos y me parece ver los circuitos, los destellos y las luces. Cada corriente una necesidad, un automatismo, aunque cada uno dure una sola ocasión, ajenas a mí, todo ocurre por sí mismo, nada pudo ser distinto de como es. Contemplo mis automatismos con una serenidad relajada de lluvia. 

Y sin embargo todo es magia, misterio, el mismo ser mineral de un guijarro es incomprensible, inexpresable, trascendente, inabarcable. No soy los cables de mi cerebro, ni la corriente-luz, ni un objeto que se pueda señalar, no soy nada que se pueda pensar ni describir. 

Deja de estar cableado, deja de ser corriente.   

¿Podrías describir lo que es dulce a alguien que no lo sepa? Podemos decir lo que es el azúcar, pero no el dulzor. ¿Podrías describir el color verde a alguien que no lo conozca? Por ejemplo, el verde óptica.

Somos un dulzor de colores. No necesito más misterios añadidos a lo que simplemente es.








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