No es nada personal


Déjeme que en esta entrada intentemos dar la vuelta a la intuición común de que somos un yo/persona que está dentro de un cuerpo, que el cuerpo está en el mundo, que a su vez está en el universo. 

Lo hago para que entienda cómo me siento yo. Como cuando me preguntan por algo de lo que a todo el mundo le parece de lo más común hablar y decir, alguna de las cosas de las que todo el mundo opina y que se supone que son muy importantes, cuando me dicen ¿qué piensas de...? entienda usted por qué yo digo con toda sinceridad que no pienso nada, que realmente no sé de lo que me hablan, que eso no está en mi mundo. Algunos reaccionan con una risa incrédula, no puede ser, dicen. Pero es verdad. 

Démosle la vuelta. El problema es que nuestra representación del mundo es de las que se llaman transparentes, es decir que se nos oculta que son una representación. Cuanto vemos oímos y sentimos nos parece la realidad misma, nos parece que estamos ante ella sin mediación alguna. No es así para nada, dice alguien muy bien que la mente es el hogar de lo irreal, como ponen de manifiesto los sueños. Lo que sueña ¿dónde está? En la vigilia ocurre lo mismo, lo que creemos ver y oír es una construcción mental, una proyección, una hipótesis de estado del mundo en ese momento. Tenga en cuenta que la razón de ser de esa construcción no es saber la verdad de lo que hay ahí, es simplemente seguir vivos un día más, sobrevivir y reproducirse. 

¿Dónde está o dónde ocurre todo eso que vemos/oímos, todo lo que experimentamos? Podríamos decir que en el cerebro, pero me parece poco interesante ser tan crudo. Me parece mejor ser un poco más abstracto y que a ese espacio donde ocurre todo lo que experimentamos le llamemos consciencia. De acuerdo que según se sabe la consciencia es una operación global del cerebro, pero no nos interesa aquí el cómo, sino el qué. 

Parece que podemos decir que lo que puramente somos es eso, la consciencia. Si nos vamos desnudando de todo lo que somos de forma accidental en lugar de sustancial, lo que queda es un yo soy, yo me doy cuenta, sin otros atributos. Como decía algún sabio, "soy" es cierto, "soy esto o lo otro" es falso. Dicho de otra forma, todo lo que sabemos es falso, la verdad es lo que somos. Nuestra única certeza, algo en lo que nada ni nadie nos puede engañar, es que somos, lo demás es otra cosa. 

Somos ese espacio donde pasa todo, no somos lo que aparece en él. Somos lo subjetivo, el darse cuenta, no el objeto del que nos damos cuenta, no podemos ser aquello que podemos señalar, diríamos que somos el que señala, pero ni siquiera eso. 

Y aquí viene el giro que le prometía. En ese espacio que somos aparece nuestro cuerpo, aparece nuestra mente, aparecen los pensamientos, los sentimientos, las sensaciones, aparece todo el universo. Y nada de eso es usted. Pero lo que nos interesa aquí y ahora es que si usted es la consciencia, usted no está en el cuerpo, sino al contrario: el cuerpo está en usted, usted no está en el mundo, el mundo está en usted. 

Entiendo que le parezca una tontería, pero para mí es un cambio de perspectiva fundamental, copernicano. El mundo es algo que emerge en usted, y además lo hace en su espacio de usted. Es más, ese mundo se crea ante usted con los elementos que usted mismo aporta. Lo que se presencia es producto/proyección de su cerebro con los elementos de su cerebro, una fantástica tormenta eléctrica y química, esté usted despierto o soñando. Usted es el creador de su mundo, es privado, como ocurre con el arcoíris, cada uno ve su propio mundo. Y en ese mundo su cuerpo/mente.

Siendo así,  ¿no pierden con ello el mundo y la mente/cuerpo un poco de importancia, de urgencia, de exigencia?  Siendo usted un espacio que no se puede ni crear ni destruir ni dañar,  ¿no se siente a una distancia más segura de las coerciones de la supuesta realidad? 

¿No se siente un poquito más independiente, libre de dolor y deseo?¿Un poco más completo? Siendo esto así, ¿qué cosas le conciernen realmente del mundo? Una vez que se da cuenta de que el mundo es su propia proyección, usted es libre de él. No necesita liberarse de un mundo que no existe excepto en su propia imaginación.



 






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