Ejercicios



Siendo mi vocación creo en una formulación científica de casi todo, desde los sentimientos al zen. Y como docente sueño con esas prácticas y laboratorios. En este caso propongo lo que podrían ser prácticas zen, naturalmente inspiradas por el gran Vivir sin cabeza: Una experiencia Zen de Douglas E. Harding, maravilloso.  

El tema es: La persona que creemos ser, que siente, piensa, habla, tiene ideas, no existe.  

Ejercicio: Percibirse a uno mismo, percibir cómo pensamos, dudamos, sentimos. Seguro que puede hacerlo, eso es la consciencia, el darse cuenta. Tenemos muy clara la experiencia de pensamientos sensaciones y sentimientos. Y aquí la segunda parte. Si lo percibimos es que es un objeto que no somos nosotros, porque de ser nosotros algo, no hay un yo más claro que el que percibe. Ese supuesto hacedor del pensamiento por ejemplo, o esa persona que siente amor, rabia o celos, es un artefacto de la mente. Es una forma de gestionar, canalizar la actividad eléctrica y química de la mente para sus asuntos. Pero no tiene realidad sustancial. En cuanto se ponga a buscarlo verá que no lo encuentra. Hay pensamientos, sensaciones y sentimientos que surgen en el espacio de la consciencia, pero no tienen un protagonista, un hacedor o sufridor.

De paso señalo que estoy convencido que creerse una persona hacedora, sufridora y disfrutadora, con voluntad propia, agente, tiene ventajas evolutivas, de las que les gusta a muchos humanos. Es del tipo del estatus, la fama, el buen nombre, la virtud y la reputación, la de los que triunfan, la de los que se imponen, en muchos y diferentes ámbitos, que es muy importante encontrar el nicho correcto. Creerse protagonista, hacedor, supone un extra de motivación, de arrogancia, temeridad y riesgo que correr en la lotería de la evolución. 

Y otro ejercicio: El pensamiento suele adoptar la forma de hablar con uno mismo. Es un poco extraño, porque de ser nosotros la persona que pensamos que vive dentro, no haría falta hablarnos, porque ya sabríamos lo que "nos" íbamos a decir ¿no? ¿Qué sentido tiene que nos digamos lo que pensamos?

¿O es que no existe el pensamiento que nos decimos hasta el momento de decirlo?¿De dónde viene entonces si parece que no lo habíamos pensado antes de oírlo?

Esa voz que habla ni soy yo, ni sabe lo que va a decir, entre otras cosas porque no es nadie, no existe. Busque al pensador, esté atento al emerger del pensamiento para pillar al pensador, se le escurrirá siempre entre los dedos. Las palabras  vienen de las trastiendas, del subconsciente, y son dichas para que lleguen a la conciencia, que no sabe por anticipado lo que el subconsciente va a decir, y con ello lo escuche todo el cerebro/mente y obre en consecuencia. La consciencia es un espacio de trabajo en común, donde algunas cosas hay que resolverlas en reuniones de todo el cerebro. Ese espacio donde ocurre la reunión es lo que realmente somos, el espacio, no somos ninguno de los reunidos porque no hay nadie reunido, todo ocurre por sí mismo. 

Pero nos gusta creernos protagonistas. 






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