Por qué no me reproduzco


En el proceso de la evolución natural no hay ningún propósito, ningún fin, ningún destino. Todo es espontáneo. Aunque a veces piense que hay dos grandes leyes que gobernarían los afanes de los seres vivos: sobrevivir y reproducirse, decir que sean leyes quizás sea un exceso. No son objetivos, son el mecanismo, disparado por el afán de ciertas moléculas/genes de replicarse indefinidamente. Dicen que la gallina es la forma que tiene un huevo de hacer otro huevo. Se puede decir también que selección natural y sexual son el algoritmo que desde hace miles de millones de años viene ejecutando la maquinaria biológica de la vida, un proceso que se mantiene a sí mismo por su misma naturaleza sin obedecer a ningún propósito, como el agua que fluye ladera abajo. 

Decir que hay dos componentes en el algoritmo, sobrevivir y reproducirse, puede que sea redundante. Sobrevivir un día más es condición necesaria para poder reproducirse mañana. 

En este contexto me llamaba la atención mi decisión desde niño de no reproducirme nunca. Me aterraba imaginar que de mi salían seres parecidos a mí. ¿Qué necesidad hay de semejante cosa? ¿No hay bastante gente ya? No quiero entrar en lo que pueda haber detrás de los deseos de reproducirse de los demás. Bastantes problemas tengo ya. 

Y aquí surge cierta paradoja. ¿Porqué hay individuos que renuncian a reproducirse? Yo en particular. Es como traicionar la misma razón de existir. Me di cuenta de forma muy viva cuando murió mi madre, como si con mi renuncia hubiera roto la cadena para la que fui creado como eslabón. Me pude responder tras unos buenos paseos y un gran apagón. Me voy a remitir para analizar esto al mundo natural, obviando un tremendo factor en el caso humano que sería el de la cultura y la voluntad. Pero me parece que es posible llegar a buen puerto sin meterse en muchos líos. 

No me reproduzco porque no tengo lo que hay que tener, no se reproduce el que quiere sino el que quiere y además puede. En el mundo natural reproducirse es complicado. En términos muy generales ha de hacerse méritos frente a la parte femenina que porta los huevos que la parte masculina trata de fecundar como su parte del algoritmo, y para ello tiene que mostrar a la hembra que puede aportar valor genético añadido y soporte parental. No es infrecuente que para ello, ademas de exhibir belleza, inteligencia, fuerza, garbo y donosura, haya que salir victorioso en peleas y torneos. 

Es fácil entonces concluir simplemente que la colección de genes que me ha tocado en el sorteo de la reproducción sexual no son los adecuados para la reproducción, y por eso mi linaje es un callejón sin salida. Porque ya de saque he perdido todos los torneos en los que nunca he querido participar. Nunca he querido seducir, ligar, atraer la voluntad de los otros hacia lo mío. Quizás de forma consistente ante semejantes señales que emito, nadie tampoco se ha interesado nunca en emparejarse conmigo para semejantes o parecidos fines. La simple expresión "tener" cónyuge o hijos me parece violenta. Sin amarguras, con la inmensa felicidad de recibir el amor recibido sin haberlo procurado, un regalo como es un regalo la vida y todo en ella. 

Un paseo la tarde el gran apagón me acabó de convencer. De ser realmente una catástrofe y prolongarse la situación yo era de los llamados a perecer de los primeros, por no saber ni querer hacer lo necesario para sobrevivir, ni siquiera compré papel higiénico, mucho menos fabada litoral. 

No tengo hijos porque de tenerlos no sería capaz de hacer cualquier cosa por ellos. De hecho me produce un escalofrío escuchar esa frase

He sido otra ensayo del mecanismo ciego de la evolución que no ha resultado. Soy como una de esas proto-bombillas malogradas de Edison [*].

P.D.: Un pequeño dato. Parece que sólo un 8% de los humanos en España afirma no haber tenido descendencia por voluntad propia. Por contra, se ha reproducido algo así como el 80% de la población. 

[*] En la disputa de las corrientes siempre me ha despertado más simpatía Nikola Tesla, que por cierto no tuvo hijos, mientras que Edison tuvo seis. No hay casualidades. 





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