
En muchas entradas de este blog se discute que el mundo o realidad que experimentamos es una construcción mental. Nos parece estar inmersos en la realidad cuando es todo lo contrario, lo que llamamos realidad está inmerso en la consciencia en forma de una tormenta electroquímica en nuestro cerebro. Nuestro mundo es irreal en el sentido de que está hecho de ideas, sentimientos, sensaciones, prejuicios, deseos y miedos. Es una construcción/proyección cuya razón de ser no es conocer la verdad, sino el triunfar en la vida de nuestra persona/personaje/máscara de acuerdo con los criterios del cuerpo/mente.
Naturalmente me puede decir que por mucho que el mundo sea una representación subjetiva en la consciencia, ese mundo que emerge no es arbitrario ni mi creación deliberada, y estamos de acuerdo. Sólo he querido decir que el mundo aparece en usted, en el espacio que propiamente es usted, que su cuerpo y su mente y todo lo que hacen están en ese mundo que emerge y que por eso mismo no son usted.
Y que eso introduce una distancia amable y protectora entre el mundo y usted. No es lo mismo estar sumido en una pesadilla y pensar que todo es real, que saber que estamos en una pesadilla, aunque no podamos alterarla. Los fantasmas se nos aparecen de otra manera, con otra textura.
Pero no quiero decir que usted pueda controlar ese proceso de representación, que el mundo sea plástico a su voluntad. Más que nada porque esa voluntad no es suya, está también en el mundo. Usted no tiene voluntad, eso es cosa de la persona/personaje. Los esfuerzos por controlar el mundo, nuestro destino, nuestra suerte, nuestros “resultados”, no dejan de ser parte de la alucinación, nosotros somos parte de la pesadilla.
Saberlo introduce una diferencia fundamental. Aunque todo parezca igual. Es la magia de ser consciente de los procesos mentales, y que según parece todavía es algo exclusivo de los humanos.
Cuando murió mi madre murió de verdad y despareció de todas las consciencias. Nada pude hacer, me duele y me seguirá doliendo mientras viva. No puedo resucitarla ni siquiera en mi mundo subjetivo. Pero nos podemos preguntar ¿quién murió? Déjeme dar dos de las infinitas alternativas, inventadas para el caso a modo de ejemplo. Murió una madre protectora, generosa, entregada. O murió una persona controladora, rencorosa, severa, intransigente. En cada consciencia podía ser un ser distinto, incluso en una misma consciencia podía tener muchas formas. Todas esa formas existen sólo en su mente.
Y aquí viene lo interesante. Hay una alternativa, que es que la madre en mi mundo no tuviera forma, ni atributos. Exactamente lo mismo que no tengo yo. Si no soy mi cuerpo/mente ¿lo son los demás? Quiero de decir que no es obligatorio añadir palabras y conceptos sobre la experiencia de mi madre. Llevamos millones de años siendo humanos o similar, millones de años seguramente siendo conscientes. Las palabras llevan mucho menos con nosotros y emergieron por necesidades distintas de la consciencia o del ser humano. Dicen incluso que una de las propiedades por las que fueron inventadas es que sirven para engañar, algo difícil de otra manera. Por ejemplo prometer amor eterno.
Mi mundo es el de antes de las palabras
Podemos ver más allá de la persona que no somos y acercarnos a la realidad que sí somos.
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