Hermanos de aire

                          

No envidio de los pájaros poder volar. Me daría vértigo y tiene un tinte exclusivo y arrogante. Me gusta arrastrarme, vivir pegado a la piel de mi mundo. Incluso sería feliz con el doble abrazo de las plantas al suelo y al aire, aunque el precio fuera la inmovilidad, me bastaría que el cielo se moviera por mí.

Celebro de las aves ser de la densidad del aire, ligeros, tanto que sus latidos estremecen hasta la mano delicada que los sostiene. Admiro vivir sin dejar huella. 

Son un paso intermedio en el camino aéreo hacia ser nube, desleído y cambiante.   


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