Jugar es muy serio
Nada más serio que jugar. Requiere mucha concentración crear mundos más reales que el real y tan llenos de aventuras con tan poco como un cochecito y un suelo de tierra y piedras. Tan considerados con todo y todos, mundos que no se imponen a los demás.
Llegué a una edad en que estaba mal visto jugar, me recriminaban que todavía jugara a plena luz, explícitamente. He llegado a ir con mi madre a comprar mis regalos y dejarlos en la tienda para que los trajeran los reyes, una mezcla de mercado y fantasía, Adam Smith y Papá Noel.
Con el tiempo tuve que pasar a la clandestinidad, oculté mis juegos, los hice profesión.
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