Tuya es la belleza


Con un poco de atención llegará pronto a sentir, a comprender del modo más íntimo y cierto, que el amanecer que contempla no está ahí afuera, ni en sus ojos. Está codificada de una forma difícilmente imaginable en su propia mente. La imagen que su ojo forma en la retina desaparece y es traducida a impulsos nerviosos que son trasladados hasta el cerebro. Impulsos eléctricos que en alguna parte de lo más intimo de nuestro ser, en algún laberinto del cerebro, pintan para nosotros el cuadro del amanecer, a partir de los datos inertes, abstractos y crudos de los sentidos. 

Siempre siento vértigo cuando en un curso de óptica llegamos a los mecanismos básicos de la visión. La óptica entonces nos dice claramente lo que poetas y místicos llevan toda la vida diciendo. 

El color es un maravilloso ejemplo para cualquier análisis filosófico. El color es una pura construcción del observador, no hay nada ahí afuera que sea color. Nuestras células receptoras de la luz en la retina filtran y combinan el contenido electromagnético que llega hasta ellas en una forma particular, propia de nuestra especie.  

Es en tu interior donde está la belleza, el amor, el universo, te espera en los laberintos blancos de tu cerebro, sólo allí el mundo se tiñe en colores y en significados.


La belleza no está en el amanecer, sino en la mente que lo contempla. 
Robert Shea en Shiké

Comentarios

  1. ¿Podremos aprender a ver colores nuevos igual que aprendemos a amar de nuevas formas?

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