Tú, ti, te, sintigo




Qué mejor investigación que investigar qué o quién somos. La puerta a todo lo demás. Nada más cercano, nada más esencial. Somos experimentador, experimento y laboratorio. ¿Por qué no te animas?

Qué tarea tan curiosa y fascinante la de observarse. El investigador es lo investigado, para descubrir que el investigador no existe, y que tampoco existe el cliente al que informar de su descubrimiento. Termina la historia, no hay actores, no hay público, no hay historia, sólo queda el teatro. 

Esta obra es una retorcida trama urdida por un proceso autorreferencial, el culpable de esta historia. Somos víctimas del fuego amigo, de los disparos electroquímicos de un puñado de neuronas que aparecieron inopinadamente y sin propósito asignado. Dijeron: vamos a ordenar esto, aquí hace falta un jefe. El invitado inesperado a la casa del ser que se acaba instalando. Inventaron tu yo personal como hombre de paja. No juegues a eso. No contigo.  

Ser sintigo Es una buena noticia, no eres nada de eso que piensas que eres, ni lo que te dicen que eres, todo eso son simplemente cosas que te pasan.  No eres lo que te han dicho tus padres, suegros, cuñados, ni los buenos amigos y malos enemigos [no obstante no pierdas de vista lo que digan malos amigos y buenos enemigos]. 

Esas voces que escuchas en tu cabeza no son tú, déjalas estar en la distancia, como el paisaje que contemplas. Tú eres el espacio en el que todo eso pasa, inabarcable, ilimitado, puro, limpio, abierto.  

  


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